El proyecto que puso el germen del transporte público data de 1923 con autobuses como los de Londres de esa época, y vivió vaivenes hasta que en 1953 se creó la empresa actual.

Un guardia de tráfico en Las Tendillas a final de los años 50 con un bus a su derecha

El transporte público cumple un siglo en Córdoba, porque hace eso, cien años, que empezó a rodar el primer precedente de la empresa municipal de autobuses (Aucorsa). El Ayuntamiento acaba de inaugurar una exposición fotográfica en El Marrubial que da cuenta, de un modo sucinto, de esta centuria del servicio colectivo de viajeros, que detalla con todo lujo de datos un trabajo de investigación de más de 140 páginas elaborado por exconductor José Manuel Ventura. Este manual fecha en el 8 de febrero de 1922 la semilla del autobús público en la ciudad, y gracias a un proyecto que firmó José López Izquierdo.

«Los domingos hemos de llevar al pueblo al campo, que es su expansión, sin olvidar tampoco a los más sedentarios que utilizan su descanso para admirar una producción teatral o cinematográfica», decía López Izquierdo en su exposición. Atendiendo a la fisonomía de la capital planificó la Línea A, de Este a Oeste y que comunicaba a los vecinos de los populosos barrios de San Lorenzo, Magdalena, San Andrés y otros con las estaciones del ferrocarril, así como al cuartel de Alfonso XII, en el otro extremo de la línea; la Línea B, de Norte a Sur, «que partiendo del puente romano, comunique los populosos barrios del Campo de la Verdad y de la Catedral con el centro, sin olvidar tampoco a los de Santa Marina y Puerta del Rincón»; y la Línea C, que llamó de ”semi-circunvalación’, y que partía del cuartel de Alfonso XII, «pasando por la Fuensantilla y continuaba hasta el paso a nivel del Pretorio, y luego hasta la Estación Central».

Uno de los impulsores de la iniciativa materializada en 1923, que recibió el sello comercial de ‘Autobús de Córdoba’ y que nació con un capital de 750.000 pesetas, fue Manuel Enríquez Barrios, exalcalde de Córdoba y diputado en Cortes, y a él se sumaban Joaquín Carbonell y Mariano Amo Ramos y otros hombres de negocios como los señores Sotomayor, López (de la Banca Pedro López), Cañete del Rosal, Merino, Jimena Cañada, Barroso y Ruiz de Castañeda. Los precios del viaje estaban entre los 10 y los 15 céntimos.

Antonio Cruz Conde dentro de un autobús urbano en 1959

«Pero a pesar de las buenas intenciones y de las esperanzas depositadas en el progreso y mejora del servicio de transporte público, los escasos datos específicos con los que contamos para el resto de la década de los veinte nos sugieren que la empresa debió entrar pronto en una situación de deceleración y decaimiento», indica en su estudio José Manuel Ventura.